Después de las lluvias, el gran dilema: sembrar trigo o no es la cuestión

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El intervalo comprendido entre el 24 y el 30 de mayo de 2023, comenzó con cielo parcial a totalmente nublado, con el transcurso de las horas avanzó un frente de tormenta que produjo precipitaciones de variadas intensidades o montos pluviométricos y con mayor impacto en los departamentos del centro o sur del SEA, siendo casi nulo en los del norte.

Dicha condición de inestabilidad climática permaneció hasta mediados o fines del domingo 28. A posteriori, varió a estabilidad, cielo totalmente despejado, soleado, descenso de la temperatura media diaria y buen tiempo, hasta el final del período. Las temperaturas fluctuaron entre mínimas de 05 a 23 ºC y máximas de 12 a 30 ºC.

Los montos pluviométricos acumulados alcanzaron mínimos de 20 a 25, medios de 45 a 55 y máximos de 100 a 125 mm, puntualmente 170 a 185, en el centro norte del departamento Castellanos. Las condiciones ambientales de las jornadas muy húmedas, inestables y lluviosas durante gran parte del lapso, cuatro o cinco días estuvieron imposibilitadas en el desarrollo de las tareas agrícolas, como del movimiento de equipos, cosechadoras, tolvas y camiones, en los departamentos del sur y centro.

Situación totalmente diferente a la de los departamentos del norte santafesino, en los que hubo actividades, particularmente cosecha de soja tardía y algodón, reguladas por los altos porcentajes de humedad ambiente, de grano, que sumadas a la menor cantidad de horas luz y a la nubosidad, regularon el proceso de recolección.

Los rendimientos en soja tardía continuaron siendo magros, fluctuaron entre mínimos de 3 a máximos de 25 qq/ha.

Los cultivares tardíos, sembrados en última instancia o alternativa, fines de febrero de 2023, prosiguieron favorablemente su desarrollo y en particular los estadios reproductivos de los maíces tardíos.

Los eventos climáticos determinaron un cambio radical de las expectativas de la cosecha fina 2023, con respecto a las semanas anteriores. Por lo que se analizaron y evaluaron nuevas planificaciones, fechas de implantación, variedades, ciclos y en cada lote o establecimiento las lluvias y los futuros pronósticos climáticos, para la toma de decisiones finales: siembra o no siembra.

Por ello, se observó al final del ciclo, movimientos de sembradoras en distintas áreas, siempre que la disponibilidad del agua útil en la cama de siembra, los posibilitara.

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